La Iglesia Católica posee un proceso meticuloso y significativo para reconocer la santidad de una persona, un camino que culmina con su proclamación como santo o santa. Este itinerario complejo busca a quienes vivieron las virtudes en un grado heroico y siguieron fielmente a Cristo, y representa un modelo de vida para los creyentes. Ejemplos notables incluyen a Don Bosco, Santa Teresa de Calcuta, San Juan Pablo II y Carlo Acutis, figuras cuya vida inspiró a muchos.
Argentina tendrá el primer santuario del mundo dedicado a San Carlo Acutis: ¿dónde estará?El proceso para designar a una persona como santa se desarrolla en cuatro etapas distintas. Estas fases involucran tanto la participación diocesana en los inicios como una importante intervención romana desde la segunda etapa hasta la canonización final. La Congregación para las Causas de los Santos, un organismo de la Curia Romana, supervisa este camino que lleva a la canonización.
¿Cuáles son los pasos para ser santos?
Para que una persona sea proclamada santa por la Iglesia Católica, se, San Juan Pablo II y Carlo Acutis, figuras cuya vida inspiró a muchos. El proceso para designar a una persona como santa se desarrolla en cuatro etapas distintas. Estas fases involucran tanto la participación diocesana en los inicios como una importante intervención romana desde la segunda etapa hasta la canonización final. La Congregación para las Causas de los Santos, un organismo de la Curia Romana, supervisa este camino que lleva a la canonización.
Primer Paso: de candidato a siervo de Dios
El proceso de canonización inicia con la presentación de la causa de beatificación de un fiel que falleció con fama de santidad, es decir, una reputación constante, creciente y extendida de vida santa. Para formalizar la causa de beatificación, se exige que un plazo de cinco años transcurra después del deceso de la persona, y que no pasen cincuenta años.
El Obispo diocesano, junto con el Postulador de la Causa, solicita el inicio del proceso ante la Santa Sede y presenta un informe sobre la vida y virtudes del candidato. La Congregación para las Causas de los Santos, tras examinar el informe, emite un Decreto de "Nihil obstat", que significa que nada impide el inicio de la Causa. Con este decreto, el Obispo diocesano dicta el Decreto de Introducción de la Causa, y la persona recibe el título de Siervo de Dios.
Segundo Paso: De Siervo de Dios a Venerable
Una vez designada como Siervo de Dios, la siguiente etapa busca el nombramiento como Venerable, título que se otorga a una persona fallecida que vivió las virtudes cristianas de forma "heroica". Esta fase del camino a la canonización comprende la recopilación de testimonios de quienes conocieron al Siervo de Dios por una comisión jurídica diocesana, el análisis de la ortodoxia de sus escritos por censores teólogos, y la elaboración del documento "Positio" por un Relator de la Causa.
Posteriormente, una Comisión de Teólogos consultores y una sesión solemne de Cardenales y Obispos discuten el documento. Si la Congregación para las Causas de los Santos aprueba la "Positio", el Santo Padre puede promulgar el Decreto de heroicidad de virtudes, y así, el Siervo de Dios pasa a ser considerado Venerable.
Tercer Paso: De Venerable a Beato
Al alcanzar el título de Venerable, la tercera etapa busca su beatificación, un reconocimiento que exige la comprobación de un milagro atribuido a su intercesión. El Postulador de la Causa debe demostrar ante la Congregación la "fama de santidad" del Venerable y la realización de un milagro, generalmente relacionado con la salud, examinado en la Diócesis donde ocurrió el hecho.
Este proceso de examen del "presunto" milagro abarca la atestiguación científica de un hecho que supera la ciencia y la intercesión del Venerable o Siervo de Dios, señalada por testigos. Médicos peritos y teólogos de la Congregación evalúan el milagro, y si el veredicto es positivo, el Santo Padre aprueba el Decreto de Beatificación y determina la fecha de la ceremonia litúrgica. La beatificación representa una primera respuesta oficial y autorizada del Papa, que concede permiso para venerar públicamente al cristiano considerado ejemplar en lugares específicos, sin una celebración universal en toda la Iglesia.
Cuarto Paso: De Beato a Santo
La cuarta y última etapa para alcanzar la designación de santo se concentra principalmente en conocer y aprobar un segundo milagro, ocurrido por intercesión del beato, y que debe ser posterior a la beatificación. La Congregación para las Causas de los Santos examina este segundo milagro siguiendo los mismos pasos que para el primero. Si es aprobado, el Santo Padre aprueba el Decreto de Canonización.
Posteriormente, el Papa convoca una Sesión del Consistorio Ordinario Público para informar a los Cardenales sobre los resultados y establecer la fecha de la canonización. Finalmente, el Papa preside la Ceremonia de Canonización, que normalmente se lleva a cabo en la Basílica o en la Plaza de San Pedro, o en el país de origen del beato si el Santo Padre se encuentra de viaje. Canonizar significa declarar que una persona es digna de culto universal, inscribe su nombre en la lista de los santos de la Iglesia, y asigna un día de fiesta para su veneración litúrgica por parte de toda la Iglesia, lo que constituye un acto solemne del magisterio pontificio que obliga a todos los católicos.